A Carles Capdevila lo conocí apenas me incorporé al proyecto de Podium Podcast, hace poco más de un año. Nos fuimos a comer junto a otros miembros del equipo y Capde -como le gustaba que le llamáramos todos- no dejó de sonreír, de contar experiencias y anécdotas de sus charlas por toda Latinoamérica, de sus hijos, de su mujer, de su familia. Salimos con esa sensación que sólo Capde sabía provocar en los demás: una suerte de alegría inmediata, de felicidad por compartir los días con esos pequeños seres que hacen que tu vida sea un auténtica aventura. Porque eso era para Capde la paternidad, una hermosa aventura que duraba toda la vida. Y en ella siempre había humor. Tenía la enorme virtud de despojar de drama o tragedia al hecho de ser padre o madre. Más bien al contrario, a sus charlas y monólogos asistían mujeres y hombres que iban a iniciar tal aventura y buscaban en él una especie de vigía que les dijera que no sólo todo iba a ir bien, sino que además iba a ser un viaje extraordinariamente divertido.
Aquel día quisimos contarle que sería maravilloso si pudiera hacer alguno de sus monólogos en directo, en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, el día de la puesta de largo de Podium Podcast, un 8 de junio de 2016. Él, por supuesto, nos dijo que sí. Y aquel día, con el auditorio lleno, sacó las carcajadas de un público que al terminar quiso conocerle. Él, discreto, saludó a todos y cada uno de ellos. Con paciencia infinita, improvisó un consultorio en la fiesta posterior y atendió cada una de las preguntas que le hacían los padres y madres allí congregados.
El 8 de junio estrenamos las series de Podium y el podcast de Capde se convirtió, de inmediato, en uno de los más escuchados. Durante dos meses, cada semana, colgábamos un episodio de Educa como puedas. Cada semana, había más escuchas, más oyentes que habían descubierto a ese tal Carles que lo explicaba todo tan bien, con tanto humor. En diciembre del pasado año, iTunes eligió Educa como puedas como el mejor podcast de humor del año 2016. Aprovechamos para felicitar a Capde que, por supuesto, dijo que todo era mérito nuestro, que él no tenía nada que ver.
Hoy nos hemos despertado con su pérdida personal y con toda una manera de estar en la vida: con humor y ternura, con comprensión y sensatez, con humildad y alegría. La huella que deja en los miembros de Podium en este primer año de vida es imborrable. Cuando los días malos lleguen -que llegarán más frecuentemente de lo que deseemos-, pensaremos en Capde, escucharemos alguno de sus podcasts, sonreiremos y le daremos una vez más las gracias por las lecciones de vida que nos dio sin saberlo. Capde educó como pudo, y pudo muy bien.