Podium
Antes de que nadie estuviera pensando en Apple, Amstrad democratizó la informática. Esta empresa iba un paso más allá con esa idea del "ordenador accesible" aportaba una cosa diferencial: su propio monitor.
José Luis Domínguez viajó de nuevo a Londres, seguía sin saber inglés y negociaba de la mano de un intérprete chileno. No tardó en convertirse en el hombre de Amstrad en España.
También en este episodio descubriremos cómo la industria de la música va a condicionar la Edad de Oro del videojuego español.
Sabemos que la informática ha cambiado nuestras vidas: lo ha hecho desde la educación y hasta el juego. Entonces, ¿por qué su revolución sigue siendo silenciosa? Quizá porque, como con toda ciencia, sus avances no son hitos aislados. Todo se acumula, se apilan retos, datos y se obtienen respuestas. y, en realidad, es difícil rastrear los orígenes preciosos.Ada Lovelace o Alan Turing fueron algunos de las padres que, a pesar de ser desconocidos, nos cambiaron la vida. Y aquellos que se pasan la vida "picando código" siguen haciéndolo en esta Edad de Oro del videojuego español.
La industria del videojuego español había dejado de bombear títulos al resto del mundo. Pero del talento original de todos aquellos chavales que a mediados de los ochenta se había inventado juegos multimillonarios solo iba a sobrevivir uno y es que se volcó en el entretenimiento más popular. En contra de lo que pensaba Jesús Gil les iba a interesar mucho cómo gestionar un club. La historia de PC fútbol se apodera de una etapa gris en los videojuegos españoles.
Hay quien dice que el siglo XX terminó el 9 de noviembre de 1989, día que caída el Muro de Berlín, todo un símbolo en el imaginario popular. El videojuego español no tuvo su "Muro de Berlín" pues no hay una fecha, un elemento, una imagen que certifique la muerte de los 8 bits.El fin de una era, el de la edad de oro del videojuego español tuvo mucho que ver con el paso de los 8 a los 16 bits. El equipo necesario para desarrollar un juego de 16 bits era tan grande que los estudios españoles se enfrentaban a un reto: la autoría. Eso de que un par de tipos creen una historia e impacten en miles de jugadores, se complica. Además, la guerra internacional de las consolas se va a convertir en un censor de la creatividad.