Podium
La soledad, esa sombra silenciosa que se cierne sobre tantas vidas, no discrimina. Paradójicamente, en esta época de interconexiones y actualizaciones constantes, la soledad no deseada se está convirtiendo en una epidemia que afecta a más personas cada día.
Este problema es especialmente grave en el caso de las personas mayores, y más aún cuando son pacientes de cáncer. A menudo los procesos oncológicos en mayores tienden a cronificarse y sus limitaciones físicas, los efectos secundarios o los estigmas asociados a la enfermedad pueden provocar un aislamiento social severo.
Para hablar de iniciativas contra la soledad no deseada, tenemos la suerte de contar con Pau Berbel, responsable de Relaciones Institucionales e Incidencia Política de la sede de Barcelona de la Asociación contra el Cáncer y a Orlando Salazar responsable de trabajo social en la misma sede.
También estará con nosotros Desi, una paciente que conoció a la Asociación Contra el Cáncer durante sus visitas al hospital y que ha convertido sus visitas al Club Social de Barcelona en un elemento de vinculación esencial en su vida.
Hemos hablado mucho en este espacio de cómo el diagnóstico, el tratamiento y las secuelas pueden condicionar nuestra vida laboral, pero a menudo olvidamos a sectores sociales especialmente desprotegidos ante los desafíos de un proceso oncológico. Incluso en personas con un trabajo estable, los procesos de baja y los tribunales médicos son complejos y pueden requerir asesoramiento de una trabajadora o trabajador social. En el caso de situaciones más precarias, como las de las personas que trabajan por cuenta propia y las que se encuentran en situación de desempleo, las complicaciones pueden no ser solo burocráticas sino económicas. Para entender este tipo de situaciones y qué tipo de recursos pueden servir de apoyo tenemos con nosotros a Patricia Velasco, trabajadora social de la sede vallisoletana de la Asociación Española Contra el Cáncer.
En una sociedad en la que nos consagramos a la productividad de una manera obsesiva, los cuidados a veces quedan relegados a un segundo plano. Sucede, sin embargo, que a veces la vida nos presenta una situación donde la necesidad de cuidar a algún miembro de nuestra familia se convierte en el eje central de nuestras vidas. Renunciar al trabajo para cuidar de un ser querido diagnosticado de cáncer es una decisión difícil a la que muchas personas, especialmente mujeres, deben enfrentarse. Hoy vamos a tratar de sumergirnos en las complejidades de esta elección con Héctor Olmedo, psicólogo de la sede de Huesca de la Asociación Española contra el Cáncer, y Cristina Raimúndez, coordinadora de trabajo social de la Junta Provincial de Alicante de la Asociación Española contra el Cáncer.
El diagnóstico de cáncer es un terremoto que sacude los cimientos de nuestra existencia, que nos arroja a un territorio desconocido, inhóspito a veces. Las secuelas del tratamiento oncológico no se limitan exclusivamente al plano físico. Deja heridas invisibles, cicatrices emocionales que a menudo se silencian y se esconden bajo la alfombra de la urgencia médica. En medio del torbellino de pruebas, tratamientos y consultas, a menudo se olvida un aspecto fundamental de la vida humana: el deseo, el placer, la intimidad. Hoy, en “El cáncer se habla”, nos adentramos en una de esas zonas grises, un territorio íntimo y delicado: el impacto del cáncer y sus tratamientos en la sexualidad. Y con la ayuda de Marc Clemente, psicooncólogo de la Asociación Española Contra el Cáncer, vamos a romper ese silencio.