A diferencia de lo que cuentan algunas leyendas malintencionadas, aquí nos quedamos con la simbología existente en el norte de España, donde se habla de su belleza. También con la de los chinos, que asocian la imagen de la urraca con la felicidad. Son personas que comparten lo que encuentran, y tienen un ojo increíble para detectar los objetos más brillantes. Encuentran la aguja en el inmenso pajar que es Internet, y consiguen así para los demás los mejores tesoros de la Red.
El tucán hace más ruido cuanto más le gusta algo. Son los seguidores de equipos de fútbol y de algunos otros deportes, que se comportan de forma normal la mayor parte del tiempo, pero que enloquecen cuando su equipo juega y gana… o pierde. El pico y la lengua del tucán son livianos, pero se vuelven un arma letal cuando les emociona algo.
Le llaman el elfo de las abejas por su tamaño. Es la criatura más pequeña de este bosque. Se alimenta de néctar y miel, y pasa tan desapercibido que apenas se le ve en alguna ocasión. Mira, revolotea, pero interactúa poco, ya que el resto de vecinos le parecen muy grandes y peligrosos. Es un voyeur y es una lástima para la Red que no aporte más, pero un pájaro tan pequeño puede, en ocasiones, ser el disfraz que oculta a una discreta reina.
Son pareja en la vida real. Tienen presencia en las redes sociales y se dedican, de manera pública y de vez en cuando, ostentosos mensajes de amor. Futbolistas, cantantes, actores, celebridades o empresarios comparten fotos, vídeos, emoticonos y, muchas veces, llegan al empalago. Los pavos reales, durante las ceremonias de apareamiento, se vuelven tortolitos.
Si alguien ama por encima de todo la libertad, éste es el ruiseñor. Cuando es encerrado, intentando el carcelero que cante solo para él, el pájaro se venga dejando de entonar una sola nota y abandonándose, incluso, a la muerte. Cuentan que un emperador chino prefirió durante un tiempo a un ruiseñor de Vaucanson que a uno de carne y hueso... hasta que se rompió el mecanismo del primero. Mejor es que el ruiseñor trine sin que nadie intente hacerlo suyo.
Las redes sociales están llenas de atractivos perfiles falsos, reclamos para el resto de pájaros tras los que, apostados, esperan oscuros cazadores. Algunos lanzan ataques y estafan a los honrados habitantes de la selva digital con ventas falsas o productos milagro. Otros sirven para engordar cifras de seguidores de algunos perfiles a los que no seguiría nadie. Y hay quienes seducen con fotos espurias que parecen recién salidas de Playboy. ¡Ojo con los reclamos!
Los lagartos alados fueron los primeros vertebrados que conquistaron el aire. Son casi fósiles que siguen estando presentes, y hace mucho que andan por este bosque. Tanto, que ni recordamos desde cuándo. Son los pioneros, pero ¡ojo!: no se han reciclado y no acaban de aprender las nuevas técnicas de vuelo y canto.
Twitter coloca la imagen de un huevo a todos aquellos tuiteros que no han seleccionado ninguna foto que los represente. Es una característica de los más novatos, pero es fácil disimular esa debilidad del polluelo neonato: se accede al perfil y se pone una foto como dios manda que, a partir de ese momento, dará al usuario el aspecto digno y respetable. ¿Tu imagen en la red tiene forma de huevo? Cámbiala ya, rompe el cascarón.
Es uno de los pájaros más elegantes, y lo es sin duda por su frac. Junto al pavo real, es un alto representante de la moda, en este caso de las tendencias más clásicas inglesas. No vuelan, son algo torpes al caminar y de vez en cuando pegan algún patinazo. Pero no es justo olvidar que son buenos en el peor lugar que existe para un ave: las frías aguas del mar Antártico. Allí supo cambiar alas por aletas, y desde entonces todos envidian su capacidad de adaptación.
El rey de los sacrificios y del autosacrificio. Protege a los suyos incluso con su propia vida. Dicen las leyendas que un pelícano resucitaba a sus hijos muertos rociándolos con su propia sangre. Tiene otra habilidad impagable en las redes sociales: es el único pájaro que bebe agua salada y la convierte en agua dulce en su propia garganta. Es ésta una gran pericia en la plaza pública de la Red en la que, a veces, se ha de tragar quina.