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El último club belga que ha levantado un título europeo no es ni el Anderlecht, ni el Brujas ni el Standard de Lieja. Es el Malinas, un modesto conjunto que vivió a finales de los ochenta una época gloriosa. En sus filas destacaba el israelí Ohana, pero también un Erwin Koeman que vivió un año muy especial derrotando a sus compatriotas del Ajax en la final de la Recopa y conquistando la Eurocopa con su selección a las pocas semanas.
Durante la Unión Soviética, ningún club ruso ganó un título europeo. Lo lograron los georgianos del Dinamo de Tiblisi y los ucranianos del Dinamo de Kiev. Hubo que esperar hasta 2005 para que el CSKA de Moscú levantara la Copa de la UEFA, catorce años después de la disolución de la URSS. Y lo logró en Lisboa, ante un Sporting que jugaba en casa y que ya se sentía campeón.
El Slovan de Bratislava fue el único equipo de la antigua Checoslovaquia que ganó un título europeo. Lo logró en 1969, derrotando en la final de la Recopa a un Barcelona en el que brilló un joven Carles Rexach. Era la segunda final que el conjunto catalán perdía en Suiza en unos pocos años. El Slovan cerró así una temporada en la que, sorprendentemente, los conjuntos eslovacos estuvieron muy por encima de sus vecinos checos.
1974 fue un año mágico para el fútbol de la Alemania Oriental. El Magdeburgo se proclamó campeón de la Recopa y la selección nacional derrotó a su vecina occidental en un histórico partido en Hamburgo. El mítico Jürgen Sparwasser fue protagonista en ambos logros. El título continental del Magdeburgo fue especialmente sorprendente por varias razones: fue el único conquistado por un equipo de la RDA, y lo logró un club que no era tan dominante en los torneos nacionales como los de Berlín o Dresde; además, se produjo derrotando en la final a todo un clásico del fútbol europeo como el Milan.