Podium
El flamenco nació en el hampa. Como música urbana, nació en las calles de las ciudades, en los arrabales. No hay que pensar en grandes urbes. En ese ambiente cantaban y bailaban en la segunda mitad del siglo XIX artistas como Silverio Franconetti, La Macarrona o la mismísima Niña de los Peines en Málaga, Sevilla o Madrid, y en locales con espejos y carteles de toros; sillas y mesas destinadas al público y un tablao donde actuaba el cuadro flamenco que compartía el espacio con los magos, músicos de otros estilos y con la lidia de becerras. A ese batiburrillo de artistas, se unían los prejuicios que muchas personas tenían contra el flamenco, una música que daba voz a pobres, buscavidas y apaleados, algo que provocaba que la mayor parte de las veces que el flamenco ocupaba una página en los periódicos lo hiciera en la sección de sucesos.
La idea de que el compás venía en la sangre y estaba en el cuerpo, en la madera de la guitarra o en los piel de quien bailaba era la que imperaba antes de que Paco de Lucía se trajera del otro lado del charco un cajón peruano y a Rubem Dantas. El fue quien convirtió el instrumento en parte fundamental del flamenco metiéndolo en dos temas tan importantes para la historia de lo jondo contemporáneo como el Solo quiero caminar y en Como el agua, de Camarón. En esta entrega de Crónicas Jondas recorremos la historia del cajón y hablamos con sus maestros y los artistas que lo han elevado a una nueva dimensión.Escrito y dirigido: Silvia Cruz Lapeña. Realización sonora: Elizabeth Bua.
Si naces junto al mar, canijo y con hambre, te pueden llamar Camarón: un crustáceo chiquito, de cáscara frágil con patas y pelo como hebras doradas. No importa que ese no sea el estereotipo que de tu raza propaga el mundo ignorante: puede tocarte así si naces rubio y guapo y heredas una voz de caracola. Así ocurrió en esa curva de entrantes y salientes que se forma en San Fernando. En esa tierra repleta de salinas, nacieron dos camarones. El mayor, Jesús Monge Cruz, nació tres años antes del mito, y se llamó “Camarón” durante un tiempo. Pero con ese apodo que una vez fue suyo, quien dio la vuelta al mundo y se convirtió en el rey de los gitanos fue su hermano pequeño. Él se llevó la gloria y tuvo suerte. Este episodio de 'Crónicas Jondas' se aproxima a la vida de Camarón, el cantaor que demostró que cantar bien no es lo mismo que tener magia en la laringe.
Aunque el arte jondo haya contado siempre con artistas protestones, hasta ahora no se había trabajando tanto eso que hoy conocemos como memoria histórica. Sin embargo, sí hubo excepciones maravillosas durante los años 70: artistas como El Lebrijano o Juan Peña denunciaron sobre las tablas los abusos policiales pertrechados contra el pueblo gitano. En 1976, Peña publicó 'Persecución', donde relataba el martirio al que fueron sometidos los suyos durante el reinado de los Reyes Católicos. Este episodio de 'Crónicas Jondas' realiza un repaso de los testimonios más conmovedores de la historia del flamenco en España. 'Crónicas Jondas' es una serie documental escrita, dirigida y narrada por Silvia Cruz Lapeña con la realización sonora de Elisabeth Bua.