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Miguel Hernández se destacó como avezado alumno desde muy pequeño. Pero su padre se empeñó en que fuera pastor. La infancia y juventud del poeta de Orihuela estuvo marcada por esas cabras y su sueño de ser escritor.
La persecución contra Miguel Hernández no terminó con su muerte. Varios documentos muestran cómo la censura actuó contra él. Pero la fuerza de Josefina para proteger su memoria, mantienen vivo su legado. Ahora, en Jaén.
Miguel Hernández sufre un vía crucis carcelario que le llevó a pasar por varias prisiones de España, donde enfermó gravemente. Pudo salvarse, pero quien podía ayudarle no lo hizo a tiempo. Dentro de su celda, el poeta no dejó de escribir, sobre todo, para su hijo.
1937 fue el año de la felicidad para Miguel Hernández. El año de su boda, de sus viajes, de la llegada de su primer hijo. El año en que vivió en Jaén. Aunque la felicidad no dura para siempre.