Podium
Jorge Cuevas ('El Buscalocos') y Mariela nos traen, como último episodio, una de las mejores enseñanzas de este podcast.El aburrimiento hace que nos enfademos por tonterías y a veces nos enfocamos en cosas que no nos hacen sentir. Y el problema está, precisamente, en el problema: los problemas incorrectos son los que les dedicas mucho tiempo y mueves muy poco. ¿Cual es el tema en el que invirtiendo poca energía haces mucho? El placer se encuentra en el problema correcto, en el punto G o clítoris de la innovación. Si inviertes la energía, en el puto adecuado, vas a recibir más satisfacción.¿Como un punto puede generar tanto poder? Lo tendrán que descubrir ustedes. Por eso, les dejamos con una tarea final: encuentren el clítoris de su proyecto. De ahí encontrarán un buen retorno de la inversión. Menos es más. No hay que llegar primero, si no que hay que saber llegar.
Cuando te apasiona de algo, estás ciego de amor y no ves lo malo. Cuando quieras a una persona, cuando estás perdidamente enamorado de él o ella, no ves sus defectos. Que en ocasiones, está bien, pero para innovar es imposible seguir este instinto sin controlarlo. En esta posición mental hay que pararse un momento para pensar cuáles son los detalles que me estoy perdiendo, que no estoy viendo. Qué cosas no están siendo las adecuadas y que no terminan de funcionar. Sin dejarse ir, porque si te emocionas, te calientas y luego no obtendrás los resultados óptimos.Mariela, por ejemplo, cuenta que es muy positiva pero que no es bueno en ocasiones. Jorge Cuevas, 'El Buscalocos', propone convertirse (sólo un poco) en "el abogado del diablo", el que agua la fiesta con un: "oye, si pasa esto, ¿qué harías?. Hay que ser un tercio de Grinch por dos tercios de Mariela optimista, por ejemplo. Para que haya luz tiene que haber sombra.
En este nuevo episodio Jorge Cuevas (El Buscalocos) se sincera: tiene una procesofilia. ¿Y qué es eso? Se preguntarán. Pues muy fácil, es un proceso que, al realizarlo, produce máximo placer. La procesofilia de Jorge Cuevas es que le encanta levantarse por las mañanas, prepararse un café expresso y comer una rebanada de pan con mermelada orgánica. Es su procesofilia mañanera.Pero existen muchos tipos de procesofilias, como aquel señor que lleva 50 años regalando una rosa cada lunes a su mujer. O las canciones que suenan una y otra y otra vez en la radio. O la bailarina de ballet que lleva 20 años haciendo la misma función. Esto está muy bien, es un proceso que lo han practicado tanto, que ya lo domina. Pero claro, todo proceso al final acaba volviéndose mecánico y a uno se le acaba secando el alma en el proceso.Hay que ser disrupto, no enamorarse de nada, tener capacidad para romper. Si no, es imposible que puedas innovar. ¡Hay que crear a partir de la destrucción!