Podium
- Explorando nuevos límites; 1985-1986-
A mediados de los 80 el ecosistema de discotecas invita a pensar en un movimiento coordinado, pero quien coordina los movimientos de muchos es las mescalina. Esas cápsulas verdes, aparentemente autóctonas, llegaron en 1983 y poco a poco fueron liberando el movimiento. Hasta 1986, serán una parte esencial del carácter de la Ruta, liberando la idea de acudir a estas exclusivamente a ligar. Los hombres van encontrando la excusa y sensaciones para que el baile sea una norma durante horas.
Y para que la sesión durase tantas horas, otro cambio mucho más relevante se iba a producir desde una sala nueva con un técnico de sonido a los platos: Fran Lenaers. Obsesionado con los equipos de audio, este joven francobelga había sido uno de los pocos con dos platos y un mezclador en casa –siendo adolescente– incluso cuando en muchas discotecas ni siquiera se planteaban la idea de sesión. Él lo cambio todo, haciendo que el dj abandonara el micro y mezclando las canciones.
Lenaers combinará hasta tres vinilos a la vez y una pletina y Spook, en parte gracias a su gran capacidad y a su equipo de relaciones públicas, hará que en Barraca, Chocolate o Espiral se empiecen a generar los cambios para ser algo más que una discoteca. Antes de que llegue la ansiedad por las cuentas de resultados, València se convierte en un foco de atracción y llegan los primeros viajeros de la Ruta desde muy lejos. La marcha parece tan fuerte que ya no sólo los más inquietos sienten que deben estar allí: el público local ha alcanzado a la ciudad de València y entre todas las discotecas ya son al menos dos los días de fiesta continua.
-La pesada marca de la Ruta; a partir de 1995Esta historia tiene sus consecuencias, pero las más relevantes no tienen mucho que ver ni con la música, ni con una industria a su alrededor y ni siquiera con el movimiento clubbing posterior. Los años del colapso de la Ruta y su marca negra lo ocupan todo. En este último episodio fijamos cómo desaparecen del tablero en apenas unos años –del 92 al 96– todos los nombres fundacionales del movimiento. Incluso, algunas de sus discotecas más tardías y masivas.La última de las etapas sirve también para analizar las consecuencias del periodismo de tono humano y su confluencia con la Ruta a través de las televisiones. La marca València se resiente hasta nuestros días y no son pocas –ni cualesquiera– las voces que fijan la pesadez del estigma con el más reciente de la corrupción política a inicios del siglo XXI. El campo de experimentación de la Ley Corcuera y la formulación de los controles de alcoholemia nos sirven para que protagonistas muy distintos nos hablen de sus ideas sobre aquellos años.Es el momento indicado también para que todas esas voces hablen de la herencia de la Ruta… en otras ciudades. Especialmente en Ibiza y Barcelona, pero también en Madrid. La posibilidad de un negocio que durante un estrecho margen de tiempo fue la gallina de los huevos de oro, alarma social a nivel estatal y cabeza de turco tras los compases de la anomia.No obstante, dado que el capítulo sirve también como despedida de la serie y hemos querido ser justos a la diversión vivida durante aquellos años (y durante la producción), dedicamos unos minutos a escuchar algunas historias y tomas falsas para agotar nuestro relato. La fiesta debe continuar.
-Crónica negra de la música para las masas; 1993-1994-En la Ruta no se puede utilizar la expresión tópica que dice “nada hacía presagiar…”. Lo cierto es que sí, que a inicios de los años 90 el devenir en masificación de aquel movimiento contracultural daba pistas de alcanzar su extinción. Pero su final se podía haber escrito de muy distintas maneras y, en este caso, por una serie de ingredientes entre fortuitos y esperables, se acabó convirtiendo en una suerte de macrosuceso retransmitido por las novísimas televisiones en España.1993 fue el año del colapso. Ya en el mes de enero se confirmaba con la peor de las secuelas un presagio: los cuerpos de las tres chicas de Alcàsser torturadas, violadas y asesinadas aparecían. Con ellas el Estado invoca un periodismo que, también influido por el peso franquista, no se había destapado hasta la fecha. Las chicas iban a una discoteca –mantra que no se dejó de repetir– y la muerte se vinculó directamente a la Ruta.Pero 1993 fue mucho más: fue el año en el que el PSOE, tras una década en el poder, empezó a mostrar signos de debilidad en otros flancos. La corrupción o el llamado (y siempre brumoso) terrorismo de Estado dieron paso a la necesidad de la gestación de una idea: los socialistas podían ser, además de modernos como habían demostrado, un Gobierno de orden. En la resaca de la Expo de Sevilla y las Olimpiadas de Barcelona, València será el campo de experimentación de la Ley Corcuera.Y llegará la revista de la DGT dedicada íntegramente a las Rutas del Bakalao. El secretario de Estado para la seguridad, Rafael Vera, llamará a exterminarlas y acusará con a las discotecas valencianas de fomentar el proxenetismo, además de, por supuesto, responsabilizar a sus dueños del consumo de drogas generalizado y de las muertes de tráfico. Muchos ingredientes para una crónica negra que fijó a València al fin en el eje del interés informativo en España; eso sí, junto a la Guerra de Bosnia y nunca en l
-Un chico llamado Chimo Bayo (1991-1992)En la cronología de la Ruta son muchos los que marcan una fecha como un antes y un después: la publicación del maxisingle ‘Así me gusta a mí’, de Chimo Bayo. La figura de este dj, cantante y showman se mantuvo al margen antes de explotar a nivel internacional gracias a las producciones musicales de German Bou. Sin embargo, su historia es una de las menos contadas, en gran medida, por la capacidad icónica de aquella canción publicada en el verano de 1991.Pero, para entender todo lo que sucede en torno a Bayo, hay que ampliar el foco al momento de València en torno a sus discotecas: ya masificadas y, sobre todo, vampirizadas por un sistema discográfico autárquico. Los actores se habían ido coordinando para explotar y acomplejar una realidad empresarial. Producir música en cantidad, sin alusión a ninguna calidad y sin conexión con las vanguardias del mundo, surtió de facturación durante un breve espacio de tiempo a todo el sistema.Es el origen del final. Las guitarras han desaparecido y la electrónica lo ocupa poco, pero desoyendo al acid house y primando la canción –muy a su manera– sobre el ritmo. Aunque en aquel momento todavía impera el peso del prototechno y el sonido industrial alemán que puede estar más próximo al tándem Bayo-Bou o Megabeat, lo cierto es que el declive de identidad y autenticidad se ha iniciado y València habrá emprendido un camino de no retorno. Un camino en el que en éxtasis también ayudará a marcar el ritmo. También, desde el estribillo más recordado de la historia de la música electrónica española.