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Es verdad que el próximo presidente de Estados Unidos, como buen fanfarrón que es, ha hecho tantas amenazas que muchas de ellas se quedará en el limbo, pero hay otras que sacudirán al planeta. Ni que decir tiene que hay que tomarlas en serio, entre otras razones, porque 2024 que fue el gran año electoral, ha dejado atrás un rastro de pequeños Donald Trump en el mundo.
Estamos tan en lo mismo que incluso se vuelve a hablar de Panamá y del temor a la derecha americana que viene. Por supuesto que ha habido mil avances y mejoras en este casi medio siglo. Pero de 1980 a 2025, del Carter presidente al Carter ya finado, han pasado dos generaciones y, sin embargo, el mundo, por enmendarle la plana a Galileo, no se mueve.
Parece que cada vez son más frecuentes y plausibles los acercamientos del PP y de sus hasta hace poco antagonistas Junts y PNV. Ambos están forzando su identificación con los de las patronales, los grandes sectores empresariales y las clases más pudientes de las sociedades vasca y catalana. Una asociación conservadora con el PP, contra los tímidos amagos del gobierno por rehumanizar el mercado de la vivienda, es, por tanto, hoy muy factible.
No sé qué me ha pasado en 2024, pero he vuelto a recaer en el vicio de pagar una cuota mensual para andar sin ir a ningún lado o tragar peso, es completamente inútiles. Yo quisiera hacer ejercicio como antes, con una finalidad, un objetivo, ya sea cultivar un huerto o jugar al pilla pilla. Pero claro, sería un poco raro ponerme ahora a perseguir a gente en el centro de Barcelona.